jueves, 14 de octubre de 2010

La fantasía del sujeto


"Como coleccionista de arte y director artístico de la colección De Pictura, suscribo el dictum ideado por Marcel Duchamp como fórmula prístina y referente propio para definir esa actividad que se denomina coleccionismo de arte. Así es: el coleccionista de arte elige unos cuadros y los cuelga en la pared, es decir, “pinta una colección”. La feliz expresión poética de Duchamp define al verdadero coleccionista como un “artista al cuadrado”. Así debe ser.
Quien haya visto el filme El coleccionista de William Wyler, comprenderá la actividad del coleccionismo, pero únicamente quien se haya identificado con su protagonista podrá, al menos por un instante, sentirse él mismo coleccionista. Y no precisamente por cierta deriva fetichista y/o compulsiva inscrita en la trama de la obra, sino más bien, por su efecto lúdico y excitante. El coleccionismo, como todas las producciones del psiquismo, remite en última instancia al análisis profundo de la fantasía del sujeto, al discurso del inconsciente, a lo que no en vano llamó Sigmund Freud la “cámara del tesoro”. El coleccionismo de arte es una actividad que implica una actitud personal –por fuerza subjetiva y selectiva– al decidir sobre ciertos autores y determinadas obras, y un compromiso social por su indeclinable deseo de compartirlas. Ciertamente, el coleccionismo es un fenómeno que nace en el ámbito privado, pero que se desarrolla con vocación pública: mostrar para su contemplación las obras es el último segmento de un proceso laborioso, pero que se advierte imprescindible. Su envés, el coleccionismo secreto, entraña un mito de suyo onanista y autocomplaciente. El verdadero coleccionismo es oferente. Hoy día su naturaleza ha dejado de ser de origen nobiliario y se desliza, cada vez más, sobre una sociedad culta y atenta a su propia identidad. El coleccionismo se asienta sobre tres pilares básicos: la disponibilidad del mercado, el poder adquisitivo del comprador y su gusto personal. Y se articula sobre tres criterios fundamentales: primero, que una colección no es un conjunto (y menos una patulea) de cuadros, sino que debe tener un sentido, un ordenamiento o dicción, con su propia coherencia interna Segundo, que toda colección connota y se constituye en referente de quien la hace, esto es, que habla de su creador. Y tercero, que siempre debe crear opinión. Cuestión esta última difícil y excitante, que únicamente el paso del tiempo permite verificar. Como dijo un egregio paisano de quien esto escribe, don Francisco de Goya, “el tiempo también pinta”. Una colección, añado."

Javier Lacruz Navas (1957), psiquiatra, psicoanalista, coleccionista y estudioso de arte. Copropietario y director artistístico de la colección De Pictura.

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