sábado, 3 de enero de 2009

De cómo el Herr Profesor Wunderk cuenta su vida


Nací en Schwarzwald hace unos cuantos años. Mi abuelo era un diplomático gran aficionado a la pintura. Sabedor de que había herederado su afición a menudo me relataba sus viajes por Europa y todas aquellas anécdotas que habían ido pincelando el vasto e interesante cuadro de su vida. Entre ellas mi favorita era aquella en la que me narraba sus visitas nocturnas al Musée Napoleon de París. Su encuentro con el Laocoonte fue un momento memorable que impregnó para siempre su retina.



Si a alguien le debió aquella experiencia fue precisamente a Dominique-Vivant-Denon, el director de los museos franceses, al que había conocido en Nápoles en su temprana juventud, poco antes del estallido de la revolución, gracias al embajador británico, Lord Hamilton. Esa amistad se mantuvo a lo largo de sus vidas, a pesar de los días de sangre y exaltación, a pesar de la guerra contra las tropas de Napoleón. Mantuvieron una abundante correspondencia hasta el final de sus vidas, donde el tema principal giraba siempre en torno al arte y a las antigüedades. El abuelo estaba enamorado de la ciudad del Vesubio y allí volvió muchas veces a lo largo del tiempo. Allí fue donde conoció a mi abuela, su segunda esposa, por lo que por mis venas corre sangre mediterránea.



Mi padre no tuvo mayor interés por el coleccionismo. Así que, como habrán podido deducir por todo lo escrito hasta ahora, fue mi abuelo el que me contagió su pasión. Lo que más me fascinaba de su rica colección era las curiosidades y maravillas que ya el abuelo de mi abuelo había arrinconado mucho tiempo atrás en los momentos en los que las colecciones se clasificaban con criterios más racionales y científicos.


Para mí fue todo un descubrimiento y mi abuelo me hablaba sobre las propiedades mágicas que ya desde tiempos inmemoriales tenían algunos de esos objetos fantásticos. Yo era un niño cuando él murió tras una longeva e intensa vida. Pero todos aquellos relatos no me abandonaron jamás.



Me propuse desde mi juventud la catalogación minuciosa de los curiosos tesoros heredados y su aumento constante, algo que con paciencia voy consiguiendo con el tiempo. He tenido la suerte de contar con mi amada esposa que nunca se ha sentido incómoda con mis excentricidades, antes bien, siempre ha sido un constante apoyo y su ayuda es fundamental para mí. La búsqueda de este tipo de colecciones la compagino con mis clases en la universidad aunque, evidentemente, si hay algo que me hace dichoso en este mundo es encerrarme en mi particular museo y disfrutar de mis ricas y variadas maravillas.

Denon Wunderk (1863)

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