"Unas uñas de Rasputin, que no se avergüenza haber sustraído en una exposición en Londres ('había muchas', se disculpa), le sirven para hablar de reliquias e iconos terrenales, mientras que la reproducción perfecta de un sello de Nueva Zelanda, que por un error de imprenta se convirtió en una rareza muy codiciada y cotizada, le permite reflexionar sobre qué hace que algo adquiera o pierda valor, independientemente de su valía intrínseca.
Aunque Beltrán no oculta su fascinación por 'los sistemas de clasificación y las estructuras que crean sentido, como diagramas, bibliotecas o colecciones', más que un archivo, la serie Calculum se parece a una wunderkammer, aquellos cuartos de moda en el siglo XVII, donde aristócratas, viajeros y excéntricos reunían especímenes de países exóticos, obras de arte y hallazgos de interés histórico o científico, con el único fin de asombrar."
Aunque Beltrán no oculta su fascinación por 'los sistemas de clasificación y las estructuras que crean sentido, como diagramas, bibliotecas o colecciones', más que un archivo, la serie Calculum se parece a una wunderkammer, aquellos cuartos de moda en el siglo XVII, donde aristócratas, viajeros y excéntricos reunían especímenes de países exóticos, obras de arte y hallazgos de interés histórico o científico, con el único fin de asombrar."
Roberta Bosco, "Como un virus reflexivo y creador: el arte subversivo del mexicano Erick Beltrán se expone en Barcelona", El País, 25 de enero de 2009.
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