sábado, 28 de noviembre de 2009

Para el hombre ciego en la habitación oscura



Para el hombre ciego en la habitación oscura que mira el gato negro que no está allí

Comisariada por Anthony Huberman en el Contemporary Art Museum de St. Louis, la exposición explora la naturaleza especulativa del conocimiento e insiste en la importancia de la curiosidad y las cosas que no sabemos. Ordenada a partir de la premisa de que el mundo -y el arte- no es un código que necesite descifrarse, las obras en el centro expositivo y sobre la infructuosidad del no-saber, no-aprender y la confusión productiva. David Hullfish Bailey, Marcel Broodthaers, Hans-Peter Feldmann, Fischli & Weiss, Rachel Harrison, Giorgio Morandi, Matt Mullican, Rosalind Nashashibi & Lucy Skaer, Frances Stark, Rosemarie Trockel y otros presentan explicaciones que traviesamente no explican. Celebra nuestra habilidad de perderse y las historias que usamos para encontrar el camino en la oscuridad.

For the blind man in the dark room looking for the black cat that isn't there: Perception is given close study in this elegant exhibit of work by an international (and historically broad) cast of artists. Positing itself in the Socratic tradition of inquiry limned only by endless discussion, the exhibit proposes that art, at best, is a speculative rather than declarative industry. In an audio piece, Marcel Broodthaers seeks answers to the hard questions of art's worth and purpose from a cat, who responds simply and perhaps wisely: meow. Coffee grounds are divined for larger meaning in a video by Ayse Erkmen (though the deepest wisdom seems to come from the mute chow dog, calmly surveying the chatty humans in his company). The meticulous and obsessive study of objects in themselves, in Giorgio Morandi's inimitable painted still lifes, appear twice and feel like hinge lines in the exhibit's extended villanelle. And the thousand and one drawn charts by Matt Mullican parsing birth, life and death like a mathematical equation — proliferate with the promise of solutions, albeit eternally elided. Antiquity flashes in a video of the Metropolitan Museum's Greek and Roman wing after dark, and the Renaissance Wunderkammer makes a requisite appearance in the form of an etching — suggesting at once the complementary truths of historical return and non-linearity. One leaves this exhibit — lightly, eruditely and playfully curated by Anthony Huberman — with a fresh faith in art's philosophical capacity and essential mystery. Through January 3, 2010, at the Contemporary Art Museum St. Louis, 3750 Washington Boulevard; 314-535-4660.

jueves, 12 de noviembre de 2009

El lugar de la no-elección


Joseph Cornell, Sin título (Farmacia) 1942
Venecia, Colección Peggy Guggengeim


"L'idea di frammento comporta come necesario corollario quella di catalogo, di elenco, di accumulo, prima ancora che di ordinamento o di selezione. L'automatismo surrealista, il suo voler sottrarre la mente creativa al filtro della ragione, dà un grosso contributo in questo senso. L'opera diventa il luogo dell'accumulo, della concentrazione e della stratificazione. Sembra paradossale ma la raccolta è per sua stessa natura luogo della non-scelta. Si mette da parte ciò che può servire in un futuro ipotetico."

Adalgisa Lugli, Le stanze delle meraviglie, Wunderkammern, 1997.

sábado, 7 de noviembre de 2009

La dialéctica museal de la mirada de Valéry y Proust






"En su mayor parte estas condiciones todavía se dan en el modelo del Museo Valéry Proust que Adorno sitúa, en su ensayo de 1953 con ese título, hacia finales del siglo XIX. Sin embargo, aquí, con Valéry y Proust, el siguiente momento en esta dialéctica museal de la mirada, estamos unas décadas después de Baudelaire y Manet, y las visiones de este museo han cambiado un poco. Para Adorno, Valéry representa la visión de que el museo es donde "ejecutamos al arte del pasado". "Museo y mausoleo están conectados por algo más que una asociación fonética", escribe el crítico alemán, como por boca del poeta-crítico francés. "Los museos son como los sepulcros familiares de las obras de arte. Dan testimonio de la neutralización de la cultura". Según Adorno, ésta es la visión del productor de arte en el estudio, que sólo puede considerar el museo como lugar de "reificación" y "caos", y la distingue de la visión que Proust representa para él. En el esquema adorniano, Proust comienza donde Valéry se detiene: con la "vida póstuma de la obra", que Proust ve no desde el privilegiado punto de vista del productor de arte en el estudio, sino del espectador de arte en el museo. Para el espectador idealista á la Proust, el museo es una especie de perfección fantasmagórica del estudio, un lugar espiritual en el que se destila el desorden material de la producción artística, en el que, con sus propias palabras, "las estancias, en su sobria abstinencia de todo detalle decorativo, simbolizan los espacios interiores a los que el artista se retira para crear la obra". Más, pues, que un lugar de reificación efectiva, para Proust el museo es un lugar de reanimación fantástica, incluso de idealización espiritual. Y más que un caos de obras, para Proust el museo monta el escenario para la "competición entre las obras [que] es la prueba de la verdad" (aquí es Adorno quien habla por él). Esencialmente, esta "competición" es el conflicto edípico que garantiza la estructura de la memoria más arriba mencionada; sólo que es más agonística que la subtextualidad de las retroimágenes a que se refería Baudelaire. De hecho, Valéry y Proust representan visiones más extremas de la posición asociada con Baudelaire y Manet: la primera figura de cada pareja se concentra en la reanimación mnemónica de "lo bello", mientras que la segunda figura pone en primer plano su reificación museal."

Hal Foster, "Archivos de Arte Moderno", 2002.