"En su mayor parte estas condiciones todavía se dan en el modelo del
Museo Valéry Proust que Adorno sitúa, en su ensayo de 1953 con ese título, hacia finales del siglo XIX. Sin embargo, aquí, con Valéry y Proust, el siguiente momento en esta dialéctica museal de la mirada, estamos unas décadas después de Baudelaire y Manet, y las visiones de este museo han cambiado un poco. Para Adorno, Valéry representa la visión de que el museo es donde "ejecutamos al arte del pasado". "Museo y mausoleo están conectados por algo más que una asociación fonética", escribe el crítico alemán, como por boca del poeta-crítico francés. "Los museos son como los sepulcros familiares de las obras de arte. Dan testimonio de la neutralización de la cultura". Según Adorno, ésta es la visión del productor de arte en el estudio, que sólo puede considerar el museo como lugar de "reificación" y "caos", y la distingue de la visión que Proust representa para él. En el esquema adorniano, Proust comienza donde Valéry se detiene: con la "vida póstuma de la obra", que Proust ve no desde el privilegiado punto de vista del productor de arte en el estudio, sino del espectador de arte en el museo. Para el espectador idealista
á la Proust, el museo es una especie de perfección fantasmagórica del estudio, un lugar espiritual en el que se destila el desorden material de la producción artística, en el que, con sus propias palabras, "las estancias, en su sobria abstinencia de todo detalle decorativo, simbolizan los espacios interiores a los que el artista se retira para crear la obra". Más, pues, que un lugar de reificación efectiva, para Proust el museo es un lugar de reanimación fantástica, incluso de idealización espiritual. Y más que un caos de obras, para Proust el museo monta el escenario para la "competición entre las obras [que] es la prueba de la verdad" (aquí es Adorno quien habla por él). Esencialmente, esta "competición" es el conflicto edípico que garantiza la estructura de la memoria más arriba mencionada; sólo que es más agonística que la subtextualidad de las retroimágenes a que se refería Baudelaire. De hecho, Valéry y Proust representan visiones más extremas de la posición asociada con Baudelaire y Manet: la primera figura de cada pareja se concentra en la reanimación mnemónica de "lo bello", mientras que la segunda figura pone en primer plano su reificación museal."
Hal Foster, "Archivos de Arte Moderno", 2002.
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