"James Sidney Edward Ensor nació en 1860, en la ciudad de Ostende, en Bélgica. Este pequeño pueblo de pescadores adquirió cierta notoriedad en 1834, cuando el rey Leopoldo I instaló aquí su residencia de verano, antes de convertirse a lo largo de las siguientes décadas, en una animada estación balnearia, muy de moda. Fue en Ostende donde el padre de James, James Frederic, un inglés culto, conoció a su madre, Marie Catherine Haegheman, una pequeña burguesa local cuya familia posee una tienda de recuerdos y de curiosidades. La tienda hace vivir la familia de Ensor, y el futuro pintor crece en este decorado de "conchas, encajes, peces raros disecados, libros antiguos, grabados, armas, porcelanas de China, un desorden inextricable de objetos heteróclitos" (Carta de Ensor a Louis Delattre, 4 de agosto de 1898) (...) Este original entorno ejerce una influencia determinante y duradera en el pintor, como lo reconoce más tarde: Mi infancia estuvo poblada de sueños maravillosos y la frecuentación de la tienda de mi abuela toda irisada por los reflejos de conchas y por suntuosidades de encajes, extrañas bestias disecadas y armas terribles de salvajes que me aterrorizaban [...] desde luego el ámbito excepcional ha desarrollado mis facultades artísticas".
Más en: Museo d'Orsay, París.
2 comentarios:
La lectura me tu post me ha recordado una tienda enorme en la Plaza Real de la Barcelona de mi infancia. Estaba dedicada a pueblos salvajes, tanto porque entonces no preocupaba como en el presente la "corrección política" como porque había de verdad auténticas salvajadas, además de lanzas y escudos africanos algo horrible que me impresionó tanto desde niño que aun hoy no he olvidado y tengo grabado en mi memoria en sus menores detalles: Auténticas cabezas reducidas jíbaras increiblemente pequeñas con todos sus detalles. Algo realmente espantoso.
Sí, debía ser espantoso y puedo imaginar que un niño se sintiera muy impresionado en aquel extraño lugar.
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