domingo, 18 de abril de 2010

Psicología y coleccionismo

Si el propósito del museo es revelar la verdad, entonces las colecciones son su objetivo. La pregunta que los museos tienen que hacerse es si sus colecciones ayudan a alcanzar ese fin. Hay tantas colecciones diferentes como coleccionistas. Pero no todas las colecciones son interesantes y pocas merecen la inclusión en un museo. Los niños suelen reunir por lo común lo que les gusta para poder comprender el mundo y para ayudarles a establecer su identidad. Puede ser una actividad privada, restringida al cuarto del niño o puede convertirse en una muestra pública y batallan con fiereza para construir mayores y mejores colecciones; a veces ambas cosas. David Attenbourough describe cómo siendo un niño de ocho años, convenció a la mujer más guapa que nunca había visto (Jacquetta Hopkins- la que, bajo su apellido de casada, Hawkes, se convirtiera más tarde en una distinguida arqueóloga) para que visitara su cuarto para ver su museo de fósiles y otras maravillas de la naturaleza. Estaba actuando más como un pájaro, captado en una de sus propias películas de naturaleza, tentando a la hembra hacia su decorado y elaborado nido.


El deseo de coleccionar puede continuar más allá de la pubertad y los motivos para ello pueden ser complejos. La esposa de William Randolph Hearst, el magnate americano de la prensa que sirvió de modelo para Ciudadano Kane, dijo que su marido coleccionaba cosas cuando su mente estaba preocupada. Si ella estaba en lo cierto, el espectacular conjunto de tesoros artísticos que reunió Hearts en su casa en San Simeon en California era en esencia un caparazón virtual para su inseguridad. Muchas colecciones de los museos están tejidas con hilos secretos de motivos personales y psicológicos que finalmente se han reunido para beneficio público y que pueden juzgarse por su éxito si cumplen con ese propósito.

Julian Spalding, The Poetic Museum, 2002.

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