Decía Lugli que el caos proyectivo del taller de artista estaba fuera de la colección singular de mirabilia de André Bretón: "una colección que dura una vida, con la diferencia de que en el estudio la masa informe de materiales y de utensilios encuentra de vez en cuando su momento de claridad maravillosa en la obra completa, como en un cristal purísimo extraído de la tierra. Esta conciencia de un elemento magnético que está en torno a la obra y que puede hacerse visible está presente en la atención que presta un artista como Brancusi, que quiso conservar su estudio y museificarlo al donarlo al Museo de Arte Moderno de la Villa de París".
Adalgisa Lugli, Wunderkammer (1997)
Adalgisa Lugli, Wunderkammer (1997)
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