miércoles, 31 de marzo de 2010

El pensamiento chino como ars contextualis

Foto: Denon Wunderk

"Perhaps the best designation for the most general ‘science’ of order in the Chinese tradition would be ars contextualis. ‘The art of contextualizing’ contrasts with both scientia universalis and ontologia generalis. Chinese thinkers sought the understanding of order through the artful disposition of things, a participatory process which does not presume that there are essential features, or antecedent-determining principles, serving as transcendent sources of order. The art of contextualizing seeks to understand and appreciate the manner in which particular things present-to-hand are, or may be, most harmoniously correlated. Classical Chinese thinkers located the energy of transformation and change within a world that is ziran, autogenerative or literally ‘so-of-itself’, and found the more or less harmonious interrelations among the particular things around them to be the natural condition of things, requiring no appeal to an ordering principle or agency for explanation.

The dominant Chinese understanding of the order of things advertises an important ambiguity in the notion of ‘order’ itself. The most familiar understanding of order in the West is associated with uniformity and pattern regularity. This ‘logical’ or ‘rational’ ordering is an implication of the cosmological assumptions which characterize the logos of a cosmos in terms of causal laws and formal patterns. A second sense of order is characterized by concrete particularities whose uniqueness is essential to the order itself. No final unity is possible in this view since, were this so, the order of the whole would dominate the order of the parts, cancelling the uniqueness of its constituent particulars. Thus, ‘aesthetic’ order is ultimately acosmological in the sense that no single order dominates.

The crucial difference between these two senses of order is that in the one case there is the presumption of an objective standard which one perforce must instantiate; in the other, there is no source of order other than the agency of the elements comprising the order. In the West, mathematical order has been thought the purest. In China, by contrast, any notion of order which abstracts from the concrete details of this-worldly existence has been seen as moving in a direction of decreasing relevance. Rational order depends upon the belief in a single-ordered world, a cosmos; aesthetic order speaks of the world in much less unitary terms. In China, the ‘cosmos’ is simply ‘the ten thousand things’. The belief that the things of nature may be ordered in any number of ways is the basis of philosophical thinking as ars contextualis.

Each of these understandings of order existed at the beginnings of both Western and Chinese cultures, and both have persisted as interpretative options within them. It so happens that in the course of their respective histories, the two cultures made distinctly different choices which led to the variant senses of order as grounds for the organizing of personal, social and cosmic environs. These differing senses of order are reflected in the fact that the nineteenth-century Japanese had to coin the term tetsugaku (philosophy) to translate the Western philosophic tradition and to recover its Japanese counterpart, and that this same expression was soon thereafter imported into China as zhexue for the same purpose. The need to invent a term to refer to ‘philosophy’ suggests at least that these cultures had to reorganize patterns of indigenous intellectual experience in ways previously unfamiliar to them."

Hall, David L.; Roger T. Ames (1998) "Chinese philosophy". En Craig, E. (ed.), Routledge Encyclopedia of Philosophy. London: Routledge.

sábado, 27 de marzo de 2010

El vocabulario de la memoria



"En japonés la palabra kinen cubre la mayor parte del significado de la palabra inglesa memorial - memoria en su contexto físico como objeto conmemorativo. Significa recuerdo en un contexto pero tiene un significado más profundo cuando se aplica a eventos importantes de la vida. Por lo tanto es una bagatela, también una placa conmemorativa, un regalo o un árbol que se planta para marcar un evento crucial. Como aquí nos preocupa el lugar de los objetos en la construcción de la memoria, éste es el término que parece más legible al discutir la cultura japonsa. Pero en japonés hay un rango de términos alternativos con sus propios matices y sutilezas. Omiyage, literalmente "productos locales", también se refiere al souvenir que se trae de un viaje, a menudo como regalo para aquellos que quedan atrás. Kioku es un término utilizado más familiarmente y asociado con los sistemas mnemónicos y la memoria artificial; omoide se refiere a las memorias o recolecciones de la infancia; tsuiso o tsuioku tiene el sentido de retrospección, de una ocurrencia o reminiscencia; tsuito se refiere a duelo y a la escritura o poemas in memoriam; mientras que una palabra con una etimología más antigua, tsuizen, se refiere a un ritual memorial, que en la cultura cristiana podría llamarse misa o requiem."

John Mack, The Museum of the Mind (2003)

domingo, 14 de marzo de 2010

La Wunderkammer de Brancusi

Taller de Brancusi. Centro Pompidou (Foto: Denon Wunderk)

Decía Lugli que el caos proyectivo del taller de artista estaba fuera de la colección singular de mirabilia de André Bretón: "una colección que dura una vida, con la diferencia de que en el estudio la masa informe de materiales y de utensilios encuentra de vez en cuando su momento de claridad maravillosa en la obra completa, como en un cristal purísimo extraído de la tierra. Esta conciencia de un elemento magnético que está en torno a la obra y que puede hacerse visible está presente en la atención que presta un artista como Brancusi, que quiso conservar su estudio y museificarlo al donarlo al Museo de Arte Moderno de la Villa de París".

Adalgisa Lugli, Wunderkammer (1997)

domingo, 7 de marzo de 2010

Nabokov y la lepidoptología


"He cazado mariposas en diversos climas y con distintos disfraces: como guapo niño con pantalones cortos y gorra de marinero, como larguirucho expatriado cosmopolita con pantalones anchos de franela y boina; como gordo anciano de calzón corto y cabeza descubierta.

En un camino que se elevaba sobre el Mar Negro, en la península de Crimea, y entre matorrales de flores que parecían de cera, en marzo de 1918, un estevado centinela bolchevique intentó arrestarme por haberle hecho señales (con mi cazamariposas, dijo) a un buque de la Armada británica. En verano de 1929, cada vez que atravesaba andando un pueblo del Pirineo oriental, y volvía casualmente la cabeza, veía detrás de mí a los campesinos congelados en las diversas poses en las que mi paso les había encontrado, como si yo fuese Sodoma y ellos la mujer de Lot. Un decenio después, en los Alpes marítimos, noté una vez que la hierba se ondulaba de forma serpentina a mi espalda, porque un gordo policía rural se arrastraba sobre su barriga tras de mí para asegurarse de que no intentaba cazar pajarillos. Norteamérica me ha mostrado más ejemplos incluso que otros países de este interés morboso por mis actividades rederas, quizá porque cuando llegué aquí ya era cuarentón, y cuanto más viejo sea el cazador de mariposas, más ridículo parece con un cazamariposas en la mano. Severos granjeros me han señalado los carteles que decían PROHIBIDO PESCAR; desde los coches que pasaban por la carretera me han lanzado aullidos de burla; perros adormilados que hacían caso omiso hasta de los vagabundos de peor aspecto se han reanimado para acercárseme gruñendo; diminutos críos me han señalado con el dedo a sus desconcertadas mamás; veranenantes de mentalidad tolerante me han preguntado si cazaba chinches para usarlas como cebo; y una mañana, en un erial iluminado por altas yucas en flor, cerca de Santa Fe, una enorme yegua negra estuvo siguiéndome casi dos kilómetros. (...)

Pocas cosas he conocido, en el terreno de la emoción o de los apetitos, de la ambición o del logro, que puedan superar en riqueza e intesidad la excitación del explorador entomológico."

Vladimir Navokov, Habla, memoria.

Exposición "El cazamariposas Vladimir Nabokov" tuvo lugar en el Museo Nabokov de San Petersburgo.