Hoy en la Facultad me he topado con el periódico El Economista en su edición de 25 de febrero de 2010. Me ha chocado el siguiente artículo: "¿Karaoke, campo de golf o museo? Elija el mejor lugar para hacer negocios". Está firmado por María Dominguez y el apartado específico dedicado al museo dice así:
Un soplo de cultura
Por su parte, Leo Farachi, socio fundador de la asesoría Marketing Mascuota (www.mascuota.com) confía en las pinacotecas: "En una ocasión llevé un cliente potencial a una exposición de Francis Bacon en el Museo del Prado. Mientras recorríamos la muestra íbamos hablando. Hay que saber aprovechar la capacidad de seducción de contextos como éste, que al estar fuera del terreno profesional no generan en él una actitud de defensa y que, además, son originales". Por no hablar de que salen más baratos que una invitación a cenar.
Para amantes del arte
Llevarse a un aficionado al arte a visitar una buena exposición es una forma de descolocarlo y de vencer su resistencia. Se trata de un entorno original muy alejado del estrés del despacho. Buena parte del éxito de la negociación depende de la química entre las partes y compartir un "hobby" facilita la empatía.
Así pues, aquí tenemos otra nueva acepción del museo, en este caso como espacio para cerrar un negocio... Eso sí, ¿será mejor que un karaoke?