jueves, 10 de febrero de 2011

El museo como destino de las obras de arte


“No nos digan más que las obras de arte se conservan en estos depósitos. ¡Si, tal vez hayan transportado su materia! ¿Pero han podido transportar junto a ellas este cortejo de tiernas, profundas, melancólicas, sublimes o estremecedoras sensaciones que las rodean? ¿Han podido trasladar a sus almacenes este conjunto de ideas y de vínculos que extendían tanto interés por las obras, de cincel o de pincel? Todos estos objetos han perdido su efecto al perder su destino. El mérito de la mayoría estaba ligado a las creencias que le habían proporcionado el ser, las ideas con las que se vinculaban, los accesorios que las explicaban, el nexo de pensamientos que le daban su conjunto. ¿Ahora, quien dará a conocer a nuestro espíritu lo que significan estatuas, cuyas poses ya no tienen objetivo, cuyas expresiones tan sólo son muecas, cuyos accesorios se han vuelto enigmas? ¿Qué efecto produce actualmente sobre nuestra alma, el mármol desencantado de esta mujer que finge llorar sobre la urna vacía, que ya no mantiene su dolor? ¿Que me dicen todas estas efigies que tan sólo han conservado su materia? ¿Que me dicen estos mausoleos sin sepultura, estos cenotafios doblemente vacíos, estas tumbas que la muerte ya no anima?”

Antoine-Chrysostome Quatremère de Quincy, Considérations morales sur la destination des ouvrages de l'art, ou de l'influence de leur emploi sur le génie et le goût de ceux qui les produisent ou qui les jugent… (1815)

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